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El miedo a tocar la herida, es lo que impide sanarla

El temor a reconocer carencias, daños y vulnerabilidades puede mantenernos estancados en el dolor y en la insatisfacción.
¿Qué podemos hacer para salir de ese estado?

¿Conoces a alguna de esas personas que evitan ir al médico por miedo a que “les descubran algo”? O alguna de aquellas personas que evitan acudir al dentista por temor a tener que someterte a algún procedimiento doloroso…

Pues bien, en lo que respecta a la herida o dolor emocional, muchas veces actuamos de la misma manera: hacemos oídos sordos a las necesidades latentes de nuestro ser y nos convencemos de que no nos pasa nada, porque en el fondo el miedo a tocar la herida es demasiado grande.

Así, es fácil que continuemos con nuestra vida disimulando esas heridas internas, pero por el hecho de no mirarlas, no desaparecen.

Aunque a veces intentemos huir de nuestras heridas, están siguen acompañándonos de muchas formas.

​Mascaras​ para nuestras heridas:

Es posible que en algunas personas, y al menos en un cierto grado, surjan de una convicción real de que la ayuda profesional no les es necesaria en ese momento. Sin embargo, en una gran cantidad de casos son solo excusas que nos ponemos para no enfrentar el dolor, su origen y sus consecuencias.

Sé que no es sencillo mirar nuestra propia sombra, reconocer nuestros defectos o carencias, aceptar que fuimos heridos y sentirnos vulnerables. Puedo no parecer apetecible recordar ciertos eventos, hacernos preguntas, sumergirnos en nuestras profundidades y hacernos responsables. Sin embargo, una vez lo hagamos, sentiremos que vale la pena.

Y con frecuencia, cuanto más nos resistimos, más necesitamos hacer este trabajo de introspección.

Si temes que remuevan tu pasado, es porque aún no conseguiste integrarlo; si temes que toquen tu herida, es porque aún sigue abierta o no cicatrizó de una manera adecuada. Es normal que te asuste experimentar ciertas emociones, pero hacerlo es el único modo de poderlas trascender.
Pues las emociones necesitan ser vividas, para ser liberadas. Es un camino enriquecedor del cual nadie se ha arrepentido de él. De hecho, la gran mayoría de personas una vez iniciado el proceso y pudiendo ver resultados, los que preferirían haberlo hecho antes.

Que nos dice el miedo:

  • El miedo es un aviso de que hay una herida, un lugar con dolor.
  • Un espacio, un suceso que asusta, algo que preferimos evitar par evitar revivir un dolor o una experiencia dolorosa.
  • El miedo nos muestra que hay algo que sanar.
  • Que hay algo que superar. Algo que perdonar.
  • Anuncia que hay una tarea personal pendiente por hacer.

Empezar a curar

Así, aunque pienses que todo está bien, estas son algunas señales que pueden indicarte que necesitas mirar lo que has estado ignorando:

Tienes una mala relación con algún miembro de tu familia. Te habría gustado que todo fuese diferente e incluso puede que lo hayas intentado, pero la realidad se ha impuesto. Esto no implica que debas retomar o solucionar dicha relación, pero probablemente sí necesites gestionar una serie de emociones asociadas.

Con frecuencia tus emociones te secuestran. Tienes arrebatos de ira, de los que luego te arrepientes y que afectan a la relación con tus hijos, con tu pareja o con tu entorno.

Tiendes a sentirte triste y desesperanzado, o ansioso e irritado, sin saber muy bien por qué.
Te cuesta poner límites y sueles ser una persona servicial, siempre lista para ayudar a otros. O, por el contrario, en más de una ocasión te han acusado de egoísta, aunque tú no lo percibas igual.

Sueles depender de tus personas cercanas; sus actos, palabras y actitudes condicionan tu estado de ánimo y tu felicidad. O, por el contrario, eres excesivamente independiente y te cuesta bajar la guardia e implicarte emocionalmente.

Repites patrones en algún área de tu vida. Quizá todas tus ex parejas son muy similares, tal vez nunca logras mantener un empleo en el tiempo o puede que siempre te hayas sentido víctima de las circunstancias y de la mala suerte.

Omitir ciertos eventos y situaciones del pasado es una señal que indica la presencia de una herida.

CUANDO SIENTAS EL MIEDO PUEDES REVISAR:
¿Qué estás protegiendo?
¿De qué te estás protegiendo el miedo?
¿Qué es lo que quieres evitar?
¿Qué temes perder?
¿Qué hay detrás de ese miedo?
¿Qué suceso pasado puede haberlo provocado?

Vencer el miedo a tocar la herida

Estos son solo algunos indicios de que realmente no todo está tan bien como pensabas. Si te sientes identificado con las anteriores premisas, recuerda que esas realidades no son fruto del azar, ni son una parte inherente a tu personalidad; son el resultado de tu historia, la que has vivido, pero quizá no has sanado, y aún sigue dirigiéndote de forma inconsciente.

El miedo a tocar la herida es lícito, ya que sanar no es precisamente un camino de flores. Al hacerlo se destruirá parte de lo que creías conocer de ti y te abrirás a lo que no querías reconocer. Cambiará tu forma de ver a quienes te rodean, terminará la idealización y también la culpabilización. Te liberarás de la pesada carga sobre tus hombros y te llevará a alcanzar la vida de tus sueños.

Ahora tú serás responsable de tu felicidad. Una vez sanada la herida podrás ver con claridad cuál era su magnitud y su influencia en tu vida. Por ello, ten la valentía de vencer tus resistencias y decídete a comenzar el cambio.

Dentro de un año, desearás haber empezado hoy.

Si sientes que necesitas más apoyo, que deseas hacer un cambio pero no te sientes capaz tu sola. Te acompaño en este camino de autodescubrimiento, para liberarte de tus creencias invalidantes y así te abras a un sin fin de posibilidades.

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El resumen de la semana:

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