09 Feb La poderosa diferencia entre culpa y responsabilidad
A menudo acuden pacientes a consulta por diferentes motivos tras los cuales encontramos un gran sentimiento de culpabilidad que les impide avanzar en su vida.
En este artículo aprenderemos a transformar la sensación de culpabilidad de nuestros actos o pensamientos, por una responsabilidad de los mismos. Todo ello nos protegerá psicológicamente frente a nuestras actitudes negativas, facilitando así una buena salud mental y equilibrio.
Comencemos el artículo analizando el origen de las palabras culpa y responsabilidad:
– Culpa viene del latín (culpa) que significa falta o error.
– Responsabilidad viene del latín (responsum) que significa la habilidad de responder, está compuesta por el sufijo (idad) que viene de cualidad y (bilis) que en latín significa capaz, que puede, que es posible. (Respons – abilidad) es la habilidad de responder a cada situación de la vida. Y la forma como respondemos determina como nos sentimos.
Si prestamos atención, estas palabras a las que en muchas ocasiones damos el mismo significado son totalmente diferentes. La palabra culpa nos conduce a una falta, mientras que la palabra responsabilidad nos encamina hacia la acción de solucionar o remediar.
Culpar a los demás o al entorno, significa entregar la responsabilidad de nuestro estado o situación al exterior. Como he mencionado en otras ocasiones, lo único que controlamos es nuestro estado de ánimo y la forma como respondemos a los estímulos del entorno. (Tu realidad externa depende de tu realidad interna).
Por esta razón algunas personas suelen estancarse en situaciones que no les generan satisfacción, porque permanecen a la espera de que el culpable, sea una persona, un objeto o las circunstancias cambien y le devuelvan su estado de felicidad. Y esto no llega a suceder nunca, los únicos que podemos reparar algo que no nos gusta somos nosotros y sólo lo lograremos asumiendo la responsabilidad.
Cuando hacemos algo o tenemos una acción que perjudica a alguien sentimos temor a ser juzgados y rechazados. Ese miedo que nace en nuestro ego, nos empuja a utilizar la culpa como herramienta “distractora». De forma inconsciente pensamos; «Si yo no soy el culpable, no seré juzgado, no tendré que hacer nada para corregir». En este momento le hemos otorgado poder sobre nosotros a todo lo que no controlamos. Y si yo no soy el culpable… el culpable es el otro, situándonos en la víctima, la víctima que tiene el derecho de devolver ese error a la persona que me lo ha hecho, ya sea hablando mal de esa persona, intentando dejarla en evidencia, etc…
Si estamos tristes, es porque está lloviendo. Si estamos frustrados, es porque alguien no hizo lo que queríamos que hiciera. Si tenemos escasez, es porque nuestro jefe no nos paga lo suficiente. Si tenemos malas notas, es porque no le caemos bien a nuestro profesor.
Suena cómico, pero la verdad, este comportamiento produce la mayor esclavitud y malestar al que podemos someternos. Culpando a los demás nos inmovilizamos y quedamos a la espera de que el otro corrija, nos estancamos y hasta nos llenamos de sentimientos negativos hacia lo que creemos que produce nuestra insatisfacción. Entonces, necesitaremos gustarle al profesor para aprobar la asignatura; que nuestro jefe valore más nuestro trabajo para que nos aumenten la remuneración; que los demás hagan lo que queremos que hagan para sentirnos felices. Terminando enfocando en que la solución la tiene el otro, en vez de tomar acción y transformar lo que no nos gusta.
Como buscar un trabajo en el que tengamos un salario mayor. Estudiar para sacar buenas notas. Comprender que cada uno es libre, y que no puedo someter a los que me rodean a que se comporten como yo lo deseo para sentirme satisfecho; es decir: TOMAR ACCIÓN!
No es el mundo que se adapta a nosotros, sino nosotros que nos adaptamos al mundo.
Una persona que toma responsabilidad de sus actos, se empodera, se permite actuar y definir un plan para remediar su error o cambiar sus resultados, elige disfrutar, mantiene su autoestima alta porque comprende que somos humanos y que en muchas ocasiones nos equivocamos, erramos. Pero también, comprende que puede corregir y que la solución está en sus manos, no se estanca en el vistísimo de culpar a los demás de sus pesares, y más bien supera los obstáculos aprendiendo de ellos y generando cada día mejores cosas para el/la mismo/a y para todo lo que la rodea.
A lo largo de mi camino personal y como terapeuta hacia la búsqueda de paz interior, analizándome e intentando encontrar la forma de ser mejor persona, buscando un equilibrio de mi interior y entregarle algo de valor al entorno y a quienes me rodean; he podido comprobar que cuando he hecho consciencia de mis errores, los he aceptado y he asumido mi responsabilidad frente a ellos, mágicamente mi vida se ha transformado, y sólo con ese valioso acto de reconocer y SENTIRME RESPONSABLE, la situaciones o “conflictos” que podrían de alguna manera mantenerme insatisfecha, se han transformado.
Evidentemente falta mucho camino por recorrer… pero la palabra culpa ya no hace parte de mi vocabulario, la he eliminado y la he sustituido por RESPONSABILIDAD y esto me ha regresado mi libertad.
Desde el terapia podemos trabajar para que la persona sea consciente de si se siente culpable o se siente responsable, y que descubra que existe una senda que puede decidir andar, que tiene la libertad de elegir con consciencia que camino escoger: el que le lleva de Víctima a Responsable.
Recordemos que: No se trata de gestionar tus emociones, se trata de gestionar tu reacción a tus emociones.
¡Espero que te haya gustado!
Con cariño,
Kira Rion
El resumen de la semana:
– Último post en el blog: La aceptación como vía para ser más felices. Diferencias entre aceptación y resignación.
– Último vídeo añadido en YouTube: Hablando con Alma: Los 4 elementos en ti, con Roser Albareda y Martha Portillo
– Píldora de contenido: ¿Por qué repetimos los mismos errores?
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