Imagínate por un momento que una voz te dice:

Tienes que diseñar un juego, jugar una partida, sin embargo, antes… tú tienes que crear las normas del juego.

¿Te pondrás supercontenta con ello… No?

Cuando empiezas a diseñar este juego, procuras poner las cosas un poco difíciles, porque te vienes arriba con tu entusiasmo y con el maestro diseñador/programador que te está asesorando o ayudando crear tu juego.

¡Lo estás viviendo y te encuentras ya matando a los malos, subiendo paredes, hablando con dragones y volando sin alas… eeeh, que te estoy viendo!

¡Lo estás viviendo y te encuentras ya matando a los malos, subiendo paredes, hablando con dragones y volando sin alas… eeeh, que te estoy viendo!

“Yo quiero tener libertad en todo lo que hago»

Quizás te está salvando, el príncipe… sigue leyendo, pero no te pierdas el final.

Como lo estás diseñando tu, a tu gusto y te has comprometido, quieres llegar al máximo nivel de dificultad, pero a la vez estás pensando… uummm, es fácil, yo sé cómo va todo, todas las pruebas y niveles, no hay problema.

Lo has terminado y comprobado con el diseñador/programador de juegos y os gusta un montón, es el mejor juego que has diseñado en tu vida, para ganar al contrincante, tu conoces las normas y las dificultades.

Llega el día de la competición, del gran premio y tu estás un poco nerviosilla, sin embargo, sabes o crees que vas a ganar.

Sale el árbitro de juego, de la gran partida de la play y da a conocer las normas del juego, para que todo sea legal.

¿Te puedes imaginar la norma que no sabes y que te va a poner los pelos de punta?

Los dos jugadores tienen las mismas capacidades y conocimientos del juego, las mismas bases.

Ooohhh!!! Nooo!

SSSiiiiii…

Se te borra de la mente, de tu cabecita, de tu memoria, toooodoooo lo que sabías del diseño del juego, de los niveles, de las pruebas, de las dificultades.

Empiezas a jugar desde cero, como tu compañero.

¿Una verdadera putada… no?

¿Una verdadera putada… no?

Y pensarás:

¿A qué viene todo esto?

Pues te lo cuento:

Tu creas tus programas, tu juego, los niveles y dificultades en tu vida, cuando planificas tu reencarnación en la tierra, el juego que vivirás con éxito, fracasos y dificultades, para tu propia evolución y transformación personal y espiritual… sin acordarte del plan que programaste para ti.

¡Pues a ver la próxima vez cómo diseñamos nuestro plan de Alma y dónde vivirlo!

Pero no olvides que en cualquier momento puedes cambiar las normas del juego, poniendo consciencia en tu vida, perdón, compromiso y aceptación, de todo tal como es.

Como digo todo, es todo.

Tu familia, tu pareja, hijos, jefe, amistades, errores, aciertos, conflictos, éxitos, alegrías, divorcios, exparejas… agradecer y aceptar.

Entonces si puedes actualizar las normas caducas.

Sin embargo, debes recordar que la primera persona en la que debes aplicar estos valores eres tu.

Debes aceptarte y amarte tal como eres, con defectos, virtudes, con tus debilidades y con tus fortalezas.

Somos humanos y todos somos imperfectos, estamos aquí aprendiendo de las experiencias en nuestro camino de vida y no dudes ni un momento que tu has nacido para crear y ganar.

La mejor hija, esposa, madre, hermana, está en ti. Eres tu.

Grábate en tu subconsciente, que eres exitosa desde el primer momento que rompiste a llorar al nacer.

Ámate y quiérete.

Sonríe a la vida y sé feliz.

Roser Albareda